Es un mes propicio para proponernos comenzar de nuevo, con más energía y actitud y establecer nuevos objetivos. La mejor manera de comenzar el año es definir de forma adecuada nuestras metas. Marcarnos un destino nos motiva y nos responsabiliza y definirla correctamente nos ayuda a establecer una hoja de ruta.
Debemos ser conscientes de determinadas cosas cuando establecemos metas u objetivos, en caso contrario caeremos rápidamente en la frustración o en la procrastinación.
Las metas han de ser realistas, es decir, alcanzables con los recursos de los que disponemos y específicas, para que queden bien definidas y seamos capaces de acceder a ellas. Deben ser medibles y estar establecidas en el tiempo a fin de poder medir los avances y logros.
El principal ingrediente que hace que esas metas se cumplan o no es el factor motivación. Han de ser nuestras metas, las que de forma muy personal creamos y que estemos comprometidos con ellas. Nos debe motivar el alcanzarlas, porque la motivación será la que nos pondrá en movimiento para llegar a ellas y será la que no nos haga desfallecer en los esfuerzos y nos permita ser resilientes ante las dificultades.
Si has pensado en una meta ambiciosa, planifica etapas y submetas intermedias que la hagan más amena y alcanzable. Esos pequeños logros te motivarán, te acercarán a tu meta y te darán la energía necesaria para continuar.
